Una incineradora más cara y sin consenso social

Una incineradora más cara y sin consenso social

GARA 2017/05/11

Ayer se volvió a escenificar, seis años después, el arranque oficial del proyecto de incineradora de Zubieta. Como es norma habitual, consistió en un acto en el que sus promotores no ocultaron su satisfacción y al que otorgaron un alto valor simbólico. Declaraciones tan grandilocuentes como vacías, que indirectamente reflejan la debilidad argumental del proyecto. Que no hay interés alguno en aportar razones a favor de la incineradora ya había quedado de relieve un día antes en el sobredimensionamiento dado a una protesta juvenil ante la sede del PNV.

Sin embargo, estos últimos seis años no han pasado en vano. PNV y PSE han tenido que redimensionar el proyecto inicial, reduciendo su capacidad debido a los patentes y potentes avances en el reciclaje. Y pese a ello, el coste para la ciudadanía de la incineradora se ha multiplicado por tres. A lo que hay que añadir, entre otros gastos, la devolución del swap firmado en su día para hacer irreversible la ejecución de la obra y que, a diferencia de Araba –donde otro contrato similar ha sido anulado recientemente–, en Gipuzkoa habrá que pagar en su integridad. La adjudicación de los trabajos depara una última «sorpresa»: Urbaser, empresa que lidera el consorcio ganador, es investigada por su participación en una trama de corrupción en Madrid, en la enésima prueba de que los grandes proyectos de obra pública son, sobre todo, fuente de corrupción.

Pero estos años también han traído debate y experiencias interesantes sobre reciclaje y modelos alternativos de gestión de residuos. El uso partidista de las consultas para cuestionar los sistemas de recogida selectiva y la negativa a consultar sobre la incineradora son una muestra más de que se ha buscado destruir al adversario político, dejando de lado el bien común y el interés general. Esa actitud deja un poso de imposición y fuerte malestar en una sociedad que ha protagonizado importantes movilizaciones, y augura que la solución definitiva está lejos todavía. 
 
 



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