AUTOR: RAFAEL MARTÍNEZ ASENSIO
https://rafaeljimenezasensio.com/
“La transferencia de poder, la participación y la división en la toma de decisiones son los elementos clave de la gobernanza inteligente; capaces de reconciliar la democracia informada con la meritocracia responsable” (Berggruen/Gardels, “Gobernanza inteligente para el siglo XXI, Taurus, 2012, 46-47).
“Los países que puedan dotarse de ‘buena gobernanza’ tendrán muchas más posibilidades de proporcionar a sus ciudadanos niveles de vida decentes. Aquellos que no puedan hacerlo, estarán condenados a la decadencia y la disfunción” (Micklethwait/Wooldridge, “La cuarta revolución. La carrera global para reinventar el Estado”, Galaxia Gutenberg, 2015, p. 13).
En un reciente libro editado por la Asociación de Municipios Vascos-EUDEL (Ejes de la Política Local Vasca 2015-2019: http://www.eudel.eus/destacados/formacionpolitica/),
la “Buena Gobernanza” se configura como uno de los ejes estratégicos
del presente mandato en los gobiernos locales. Por su parte, las
Diputaciones Forales de Bizkaia y Gipuzkoa han hecho una apuesta
evidente también por nuclear el cambio institucional sobre esa noción de
“Gobernanza”, reflejando esta idea en sus propias estructuras
gubernamentales (con rango de Departamento foral en Gipuzkoa y con nivel
de Dirección General cualificada en Bizkaia).
También la Transparencia, como elemento
central de la noción de Gobernanza, ha sido uno de los puntos fuertes de
los Ayuntamientos vascos, de alguna de sus Diputaciones Forales y del
Gobierno Vasco. Por su parte, el Ayuntamiento de Bilbao fue premiado en
2011 por el Instituto Europeo de Administración Pública por un programa
de gestión del sector público. Y el de Ermua ha impulsado recientemente
una experiencia de profesionalización de niveles gerenciales. La Red
Vasca de Transparencia de los Ayuntamientos Vascos también está dando su
fruto. Y el Programa Basque Score Card (autoevaluación en
materia de integridad institucional con el apoyo del Consejo de Europa)
en quince ayuntamientos vascos fue asimismo (aunque planteado como
programa piloto) una experiencia también pionera.
En la misma línea, el Gobierno Vasco está liderando desde hace algún tiempo un Modelo Avanzado de Gestión (Aurrerabide)
que traslada alguno de los elementos centrales de la idea de Gobernanza
(por ejemplo, la Transparencia, Eficiencia, Buen Gobierno o la
Rendición de Cuentas) e impulsa como eje singular la Innovación. También
ha iniciado un proceso de planificación estratégica de recursos humanos
(Plan de Empleo) ciertamente innovador, donde diagnostica certeramente
las consecuencias del envejecimiento de plantillas y de la pérdida de
conocimiento en la Administración Pública, aportando algunos remedios.
Si a ello se suma la apuesta decidida que el propio Ejecutivo vasco
adoptó en su día por la construcción de un Sistema de Integridad
Institucional mediante la aprobación del Código Ético y de Conducta,
bien se puede concluir que algo importante se está moviendo en Euskadi
desde la perspectiva de mejora institucional y de la gestión pública.
No parece que, al menos hasta la fecha,
ese empuje de cambio institucional y de gestión disponga de réplicas
marcadas en otros contextos estatales, aunque algunas estructuras de
gobierno locales y autonómicas están dando pasos en esa dirección. La
Administración del Estado (con algunas excepciones de iniciativas
impulsadas desde el INAP) sigue, sin embargo, anclada en su formato más
convencional. Cierto es que “la moda” de la Transparencia (desarrollada
en buena parte tras la aprobación de la Ley básica estatal) sí que ha
arraigado con fuerza (al menos en términos normativos) en diferentes
Comunidades Autónomas (por ejemplo, en Cataluña), así como en
determinados gobiernos locales (donde se están llevando a cabo
experiencias de interés: Ayuntamientos de Alcobendas, Gavà o Sant Cugat
del Vallès, por poner algunos ejemplos). Pero, en otras facetas, las
respuestas están siendo más tímidas o, incluso, menos consistentes. La
ética institucional, la eficiencia o la propia noción de gobierno
abierto, no terminan de pasar –salvo excepciones singulares que ahora no
pueden ser citadas- el estadio programático para convertirse en una
acción central y efectiva de las diferentes políticas gubernamentales.
La noción de Gobernanza tiene, sin
embargo, largo recorrido. No es igual, pese a nuestra evidente confusión
legal, al Buen Gobierno. Aquella engloba a este. En verdad, los
postulados iniciales de la Gobernanza eran limitados y han venido
enriqueciéndose con el paso del tiempo. Así, el Libro Blanco de la Gobernanza Europea
de 2001 se asentaba sobre cinco pilares o principios: participación;
transparencia; rendición de cuentas; eficacia y coherencia. Más
adelante, en un importante documento del Consejo de Europa sobre Estrategia para promover la Innovación y la Buena Gobernanza en el nivel local de gobierno, esos principios se enriquecieron hasta un total de doce.
Lo realmente importante en el diseño de
una Política de Buena Gobernanza en las instituciones públicas radica en
comprender bien el concepto. A ello ayuda alguna que otra contribución
doctrinal (por ejemplo: La Gobernanza hoy: 10 textos de referencia, obra publicada en 2005 por el INAP y coordinada por A. Cerrillo).
La gobernanza –como expuso en su día
Renate Mayntz- no es otra cosa que “una nueva manera de gobernar,
diferente del modelo de control jerárquico”. Pero ese cambio no puede
ser retórico. Representa un paso más (aunque complementario y no
excluyente) frente a la implantación efectiva del modelo burocrático
profesional y a las medidas impulsadas en su momento por la Nueva
Gestión Pública (New Public Management). Esta puso el foco de
atención sobre aspectos intraorganizativos, centrándose en objetivos y
resultados; mientras que aquélla (la Gobernanza) reexamina, según el
profesor Rhodes, “la caja de herramientas del Gobierno” y persigue dar
respuesta a escenarios más complejos y redes interorganizacionales, como
estudió en su día Joan Prats o puso de relieve hace años en una
interesante contribución el profesor mexicano Luis F. Aguilar
(“Gobernanza: normalización conceptual y nuevas cuestiones, Cuadernos de Liderazgo 17, Esade, 2008).
Pero, la gobernanza inteligente exige
asimismo una apuesta decidida por la integridad institucional, minimizar
la política cortoplacista, impulsar una meritocracia efectiva y
construir canales óptimos de participación ciudadana (o de “multitudes
inteligentes”). En esto las redes sociales son una ventana de
oportunidad y un enorme reto, pero también hay que ser conscientes que
una mala aplicación de tales redes puede provocar efectos no deseados.
Como expusieron Berggruen y Gardels, “sin frenos ni contrapesos, la
democracia directa propulsada por la energía del ciberespacio podría
socavar la buena gobernanza en lugar de reforzarla”.
En efecto, no me centraré aquí (lo estoy
haciendo en otro lugar) en uno de los puntos débiles (o si se prefiere,
peor resueltos) de la Gobernanza: la rendición de cuentas. La
“horizontalidad” de la Gobernanza combina mal con la todavía
articulación “vertical” de las responsabilidades en las estructuras
gubernamentales y administrativas. La Gobernanza, por definición,
pretende situar en un mismo plano “deliberación” y “representación”.
Pero algo falla en la arquitectura del modelo cuando la rendición de
cuentas (accountability) por los resultados de esas políticas solo puede ser endosada a quienes ejercen tareas representativas o ejecutivas.
En cualquier caso, los que ahora importa
es que la noción de Gobernanza se ha venido enriqueciendo con el paso
del tiempo. Lo que sí parece obvio a estas alturas –y de ello nuestros
gobernantes deberían tomar nota- es que el futuro de nuestras
instituciones públicas, el “mejor gobierno”, la sostenibilidad del
modelo y de las prestaciones públicas a los ciudadanos, así como de la
propia democracia, depende estrechamente de que cada nivel de gobierno
sea capaz de armar una agenda coherente y creíble de Buena Gobernanza e
Innovación con la vista puesta en los próximos diez años. Quien lo haga,
sentará las bases del futuro. Quien no se dé por enterado, condenará a
sus organizaciones al letargo, cuando no a la decadencia. Lean (con
sentido crítico) los sugerentes libros de los que se extraen las citas
expuestas en el encabezamiento de esta entrada y ratificarán (presumo)
este lapidario juicio.
Comentarios
Publicar un comentario
Que para que una publicación tenga legitimidad estén seguros que publicaremos los comentarios, rectificaciones, respuestas y criticas que estén escritas con respeto a las normas de cortesía habituales, aunque sean contrarios a nuestra linea de pensamiento o a alguno de nuestros colaboradores.
Por lo contrario, en caso de que se lleguen a nuestro Blogg esos comentarios ilícitos o falsedades los eliminaremos de oficio en cuanto tengamos conocimiento de los mismos, para evitar del daño que pretende causar el autor de tales comentarios.