El ágora vasca: la plaza frontón

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análisis | LOS LUGARES DEL JUEGO DE PELOTA

El ágora vasca: la plaza frontón

El autor ofrece una síntesis de la conferencia que mañana impartirá en el museo Guggenheim de Bilbo, a partir de las 11.30 y con entrada libre. La charla, la quinta consecutiva y en la que colabora GARA, se centrará en aspectos de arquitectura, urbanismo y patrimonio de Euskal Herria. Por su simplicidad formal habitualmente se articula coherentemente con las edificaciones de su alrededor que complementan sus lados libres en la constitución del espacio público. En ocasiones, incluso el trasdós, que muestra su lógica constructiva, se integra en el entorno.La tipología más simplificada, pero también abundante de este espacio, es el de una sola pared, el frontis aislado a modo escultórico y simbólico. Principalmente en núcleos reducidos de Nafarroa e incluso en ámbitos rurales y especialmente en Iparralde..
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Iñaki URIARTE Arquitecto
En muchas poblaciones de Euskal Herria el espacio público en torno a sus dos edificaciones más características, la iglesia y el ayuntamiento, constituye habitual- mente su mayor singularidad urbanística. Esta conjunción y cercanía del poder religioso y el político, con muy distinto rango de representatividad, presencia e influencia y su propia morfología, abierta y de cierta amplitud, propicia un recinto de concentración comunitaria por creencias, tradiciones o necesidades que facilita actividades precisas para el desarrollo de la vida vecinal con sus diversos ritos colectivos: mercado, reunión y fiesta.
Es la plaza del municipio y a la vez del pueblo en un sentido social donde reside su capacidad de expresión, relación y acción colectiva. Genéricamente, el diverso emplazamiento de los núcleos urbanos, junto al agua en puertos marítimos y fluviales, o en el interior del territorio generarán dos tipos muy singulares de espacio público: la plaza del agua y la plaza con frontón.
Tradicionalmente las casas consistoriales con sus habituales bajos de arcadas cerrados por alguna de sus fachadas laterales y también los aterpeak, pórticos cubiertos adosados a muchos templos con una pared de fondo y suelo de losas pétreas ensambladas, han sido, y en ocasiones siguen siendo, un pequeño, pero práctico espacio abierto y cubierto a modo de atrio y reunión en climatologías adversas. También son el lugar donde el ancestral hábito de divertirse con una pelota, extendido en muy diversas civilizaciones, se convertirá en una primaria y genuina expresión cultural popular muy arraigada en nuestro país frente a una pared: el juego vasco de la pelota.
La pelota contra la piedra
Con el paso del tiempo, el asentamiento y evolución del modo de jugar y en ocasiones cuando la iglesia carece de pórtico o es muy reducido, será uno de sus muros exteriores, dependiendo de su tipología constructiva, e incluso con ventanales, el que ofrezca un paramento capaz para una de las maneras de juego antiguas más tradicionales, sencillas y frecuentes: a mano.
Se habrá establecido uno de los componentes fundamentales del entretenimiento popular. La pared que recibe y rebota la pelota impulsada por un hombre con la mano. El muro de un sitio que se transforma en un espacio: el frontón. Ahí, en ese lugar y momento surge el sujeto del juego indirecto, el pelotari, un joven que compite con otro de forma amistosa e indirectamente ante un muro convertido en referencia: el frontis. Frente a él, delante, destacado, el pelotari bota y lanza con maestría, elegancia y fuerza la pelota observando el paramento pétreo que recibe el primer golpe, responde y espera que la mano del rival intervenga para devolver de nuevo la pelota a la pared estableciendo el juego en este alternativo ritmo binario: pared-suelo y jokalari.
El juego como entretenimiento, un momento de encuentro, acuerdo y desafío deportivo entre dos o más personas se convertirá en una expresión muy destacada de la vida social cotidiana del pueblo. La amplia espacialidad y polivalencia de uso del lugar permitirá acoger esparcimiento y relación. Es el ágora vasca, la plaza-frontón. (Ágora. Espacio público y monumental en la Grecia clásica formado por notables edificios aislados y autónomos)
La tipología más simplificada, pero también abundante de este espacio, es el de una sola pared, el frontis aislado a modo escultórico y simbólico. Principalmente en núcleos reducidos de Nafarroa e incluso en ámbitos rurales y especialmente en Iparralde. Otra notable referencia en estos territorios son las plazas libres por su modalidad de juego a largo, Laxoa o guante y rebote, creando grandes y diáfanos espacios rectangulares singularizados con una o dos paredes en sus extremos con entornos de notable calidad urbanística.
Asimismo, de acuerdo a las tradiciones locales, la modalidad de juego y condicionado por la configuración del terreno circundante o sus edificaciones próximas, dicho frente vertical en ocasiones será complementado posteriormente por su izquierda con otra pared perpendicular que junto con el suelo constituirán la cancha, el ámbito para la partida. Otras veces, en función del terreno disponible, el frontón de dos paredes se construye ya inicialmente de forma unitaria. Un sólido ángulo vertical genera con el suelo el severo triedro característico que delimita el recinto de juego y contribuye a formalizar la plaza, acentuando la emocionante sensación de espacio libre. Manifestado de modo destacado, con la peculiar cambiante sombra de una pared sobre la otra,, el consuelo figurativo de la presencia y la ausencia.
Emplazamiento
Cuando en un espacio común concurren iglesia y Ayuntamiento con la inserción del frontón, el lugar se convierte en un conjunto urbano de suma importancia arquitectónica con una cierta solemnidad monumental, enfatizada, en ocasiones, mediante el empleo del mismo tipo de piedra y la uniformización del suelo con losas, conformando un lugar social de carácter funcional compositivamente heterogéneo, pero unitario y con caracterización arquitectónica de plaza.
En ocasiones, el frontón comparte y formaliza el lugar, bien solo con la casa consistorial o con el templo, habitualmente con sus frentes porticados, que constituyen el lateral abierto de la contracancha. Complementan el entorno la escuela o edificios de viviendas con bares y restaurantes contribuyendo a fomentar un ambiente social que vitaliza la plaza. En ciertos contextos urbanísticos más reducidos como una expansión del espacio público se encuentra emplazado, parcial o totalmente, entre casas algunas de cuyas fachadas forman parte de las paredes del frontón, incluso del frontis, con sus ventanas, balcones y puertas, creándose singulares recintos de tres paredes.
Cuando el frontón aparece como un elemento autónomo, exento, el concepto espacial de plaza se expande con otras referencias próximas que la encuadran en función de la topografía, favoreciendo en este caso por sus desniveles, la construcción de una de sus paredes o unas gradas. En ocasiones debido a su emplazamiento este ámbito es complementado con el paso de un camino, una alineación de arbolado o en pleno ambiente rural, el espacio, sin constituir una plaza, se formaliza virtualmente con las fugas visuales de un fondo de naturaleza cercano a modo de paisaje prestado.
En los centros históricos de tradicional estructura urbana compacta el espacio para el juego de pelota se crea exteriormente en parajes de notable belleza junto a una alameda o prado que posteriormente por expansión de su trama se constituyen en céntricos lugares.
Una escasa pero original configuración se produce en su encuentro lateral con la lámina de agua, sea fluvial o marítima, simbiosis de los conceptos de plaza del agua y plaza frontón, siendo uno de los espacios sublimes del urbanismo en Euskal Herria.
Antiguamente, en algunas poblaciones, al estar su núcleo edificado rodeado de muralla sin apenas espacios abiertos en su interior el juego se establece en el exterior a lo largo o contra el lienzo de la misma, pero no se genera plaza.
En ciertas circunstancias orográficas el frontón adquiere una presencia relevante respecto del conjunto de la población convirtiéndose por su característica silueta en un destacado hito monumental del paisaje.
Arquitectura y mesura
El frontón es una sencilla arquitectura autónoma que evidencia con contundentes líneas las tres dimensiones de su geometría: largo, ancho y alto, la esencia del juego. Se manifiesta por su ausencia matérica, una concurrencia de pesadez y ligereza. De rotunda presencia cuya forma y proporción, genéricamente asimétrica responden a la dinámica del juego, espe- cialmente su pared izquierda, de altura decreciente con perfiles diversos, es la que suele ofrecer las diversas configuraciones que los caracterizan y en ocasiones también según tradiciones constructivas o el gusto de la época.
Tectónicamente duro, habitualmente de piedra local con pronunciada textura y discreta tonalidad, excepto en los pintados de blanco, verde o salmón en Iparralde. Ornamentalmente sobrio, en ocasiones sobre el frontis, donde predomina la altura sobre la anchura, el escudo del municipio, el año de su inauguración o el nombre del mismo.
Es una construcción en muchos casos modesta adecuada a las posibilidades del municipio, pero de indudable interés, cuidada en su emplazamiento por las preexistencias y su orientación respecto del viento y el sol. Por su simplicidad formal habitualmente se articula coherentemente con las edificaciones de su alrededor que complementan sus lados libres en la constitución del espacio público. En ocasiones incluso el trasdós, que muestra su lógica constructiva, se integra en el entorno. Esta consideración urbanística del frontón como plaza de juego ha dado nombre a calles y espacios en numerosas poblaciones.
El frontón aislado de mínimos requisitos constructivos, dos paredes lisas habitualmente sostenidas por contrafuertes posteriores, destaca en su neutralidad compositiva y austeridad formal, por su no necesidad ni conveniencia de objetos complementarios, tipo mobiliario urbano, que desvirtúen su autentica y esencial concepción primaria, simple y sobria.

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