La hierba de la Pampa ha invadido más de 134 hectáreas y sigue en expansión


MEDIO AMBIENTE
La hierba de la Pampa ha invadido más de 134 hectáreas y sigue en expansión
La eliminación de esta especie «agresiva», que compite con las autóctonas, costaría más de un millón de euros, según un informe de la UPV El PP reclama que se prohíba su uso como planta ornamental

EL CORREO : TERESA ABAJO t.abajo@diario-elcorreo.com

Sus inconfundibles penachos blancos o de color crema resultan cada vez más familiares para los vizcaínos. La hierba de la Pampa se ha extendido de forma espectacular por el territorio histórico en los diez últimos años y ya ha colonizado más de 134 hectáreas en 94 municipios, según un informe elaborado por el Laboratorio de Botánica de la UPV. La margen derecha es la comarca con mayor concentración de esta planta invasora, que compite con las especies autóctonas y empobrece el paisaje. Pero su presencia resulta especialmente preocupante en zonas sensibles como Urdaibai y el Parque Natural de Armañón.

Es un ejemplo de supervivencia. Tolera tanto las altas temperaturas y los periodos de sequía como las heladas invernales. En cada uno de sus plumeros se esconden más de 100.000 semillas que se propagan con facilidad. En parte porque suele crecer al borde de la carretera, en terrenos removidos por las obras. La A-8, el corredor del Txorierri y el del Cadagua «son vías de penetración y dispersión muy importantes» para esta especie, explica Juan Antonio Campos, del Departamento de Biología Vegetal y Ecología de la UPV.

Este especialista ha elaborado, junto a Mercedes Herrera y otros profesionales, una guía práctica para el control de la 'Cortaderia selloana' en Vizcaya. El informe, entregado en 2006 al Instituto de Estudios Territoriales -dependiente de la Diputación- localizó 1.336 puntos invadidos por el carrizo, que suman más de 134 hectáreas. Ya entonces aconsejaban «medidas urgentes» de control que, salvo en zonas concretas -Bermeo ha puesto en marcha una campaña- no se han llevado a cabo. A simple vista se aprecia que sigue en expansión: las canteras de Orozko, Galdames y Sopuerta, polígonos industriales y áreas recreativas son testigos de su capacidad de multiplicarse.

Avance «exponencial»

El PP ha presentado una iniciativa para que la Diputación prohíba su uso como planta ornamental -así se introdujo- e inicie «de inmediato» un plan de erradicación y control en las áreas que gestiona. De esta forma, las recomendaciones del mencionado informe se debatirán en las Juntas Generales. «Estamos viendo avanzar la especie de manera exponencial, pero parece que la Diputación es incapaz de percibir la grave amenaza que supone para la conservación de la biodiversidad», critica Arturo Aldecoa.

El empeño exige un importante desembolso, de entre 2 y 10 euros por planta. El método más utilizado, con herbicidas, cuesta unos 4.200 euros por hectárea, según la experiencia realizada en Asturias. Como hacen falta dos aplicaciones, el tratamiento de las 134 hectáreas cartografiadas en 2006 superaría el millón de euros.

Los científicos advierten de que «cuanto más tarde se actúe, mayor será el coste», ya que «la dinámica de crecimiento de esta especie es muy rápida». Se calcula que, si no se detiene, podría llegar a colonizar un tercio de la superficie del territorio. Cortar los plumeros supone «un parche», porque vuelven a salir, y en todo caso debe hacerse entre finales de agosto y septiembre, «antes de que se formen las semillas».

A los expertos les preocupa especialmente su capacidad para cambiar de hábitat. Aunque empezó a germinar en suelos empobrecidos, «está empezando a entrar en zonas más delicadas: pastizales, marismas...». Algunas tan valiosas como la reserva de Urdaibai, donde se eliminaron más de 20.000 plumeros, o Peñas de Ranero. En los bosques jóvenes «aumenta el riesgo de incendio» por la acumulación de hojas y penachos y, como otras gramíneas, puede provocar alergias.

¿Merece la pena afrontar el gasto? «Es una amenaza para las especies silvestres, una planta agresiva que ocupa el espacio que corresponde a otras. Supone una gran pérdida para la biodiversidad y para el paisaje, que tiende a homogeneizarse. ¿Es eso importante?», se pregunta Campos.

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